ENERO 26, 2023
Como una foto en blanco y negro del siglo XX con aroma a naftalina, es el recuerdo que ha dejado la reciente reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) en Buenos Aires. La VII cumbre del bloque, pareció un documental del pasado -que lamentablemente en la región no es remoto y sigue presente-. Observamos abrazos, palmoteos de espalda, el regreso de Lula y Brasil, la ausencia de Nicolás Maduro y de Andrés Manuel López Obrador. Mayoritariamente se habló de los viejos temas de integración, se volvió con la aspiración de la moneda única regional, el bloqueo de Cuba, democracias fatigadas y los avances de la amenaza “fascista derechista”, entre otros, que dan cuenta de lo poco que se avanza en una región que, para peor, ahora sus mandatarios decidieron hacer las reuniones a puertas cerradas en contra de toda la transparencia que exige la ciudadanía. Por cierto, como era previsible no se hicieron pronunciamientos sobre la falta de democracia en Venezuela y Cuba.
¿Qué tendrá de novedoso esta nueva agenda de integración financiera, energética y tecnológica que propone Brasil? Su ofrecimiento de ser puente con Rusia, China y la India ha quedado demostrado que no es necesario, y cada país puede hacerlo de mutuo propio. Mientras tanto, el presidente de Argentina remeció a la academia y a las escuelas de economía al señalar que la inflación “es autoconstruida (y) está en la cabeza de la gente”. Hace años Gabriel García Márquez ya nos enseñó que la realidad supera la ficción en Latinoamérica.
El problema no es solo la discusión retórica a la cual estamos habituados ni el gasto económico que generan estas reuniones, sería interesante que se dieran a conocer el costo que significa para cada país mover estas comitivas, sino que -al igual que en el pasado- estas chocan con las agendas e intereses nacionales.
Un ejemplo. La propuesta del presidente uruguayo Luis Lacalle Pou de buscar un acuerdo bilateral con China es totalmente legítimo. Sin embargo, debe tolerar la prohibición de un Mercosur prácticamente fracasado, que le obliga a negociar en bloque, con el único objetivo de continuar con sus proteccionismos arancelarios y cuotas de antaño que escasamente le han ayudado. Uruguay, tal como lo hizo Chile en los años 90, y el resto del continente, debe abrirse al mundo. En la medida que Latinoamérica se encuentre inserto en el sistema internacional podrá ser escuchado. Pero no será oído seriamente si continua con discursos ideológicos de antaño. Estar inserto en el mundo no significa andar de foro en foro acompañado de una burocracia.
Tiene razón el presidente de Colombia Gustavo Petro cuando afirma que la crisis climática es una gran oportunidad para proyectos regionales y que debemos proteger el pulmón amazónico del mundo, pero también lo es la Patagonia, los mares del Caribe y cada uno de los paraísos geográficos de nuestro continente. La pregunta es: ¿cómo lo hacemos?
Latinoamérica cada vez se va desconectando más de lo que ocurre en el planeta y la brecha se acentúa. Para peor, sus mejores cerebros emigran en busca de oportunidades que les permitan crecer. Es curioso que no esté presente en las agendas gubernamentales la “retención y atracción de talentos”, como política pública pro crecimiento. En el 2016, Ana Botín -presidenta del grupo Santander- escribió en el prólogo del libro “La cuarta revolución industrial” de Klaus Schwab, que “la historia muestra que, una vez que las revoluciones industriales se ponen en marcha, el cambio se produce con rapidez. Los emprendedores convierten inventos en innovaciones comerciales, estas dan lugar a nuevas compañías que crecen aceleradamente y, por último, los consumidores demandan nuevos productos y servicios que mejoran su calidad de vida. Una vez que el engranaje de este proceso comienza a funcionar, la industria, la economía y la sociedad se transforma a toda velocidad” (p.9) ¿Esta ocurriendo esto en Latinoamérica?... no es claro
Yuval Noah Harari, en su libro “Homo Deus” (2015) evidenció como la hambruna, la peste y la guerra siempre han copado nuestras agendas, pero las soluciones son lo importante. No tenemos antecedentes que estos temas hayan sido abordados en CELAC, y si los hubo, desconocemos sus propuestas. No olvidemos que la reunión fue a puertas cerradas.
El mundo se mueve aceleradamente en forma exponencial y la brecha se amplía. No es sólo acceso a tecnología: la nube, el metaverso, AI, chatGPT, sino cómo nos adecuamos, lo usamos y creamos valor. Pero también, en ese acceso al conocimiento, cómo transformamos nuestros comportamientos. En Europa, por ejemplo, de manera colaborativa entre el Estado y el mercado, se va hacia economías verdes, naranjas. Edificios y paraderos de buses ecológicos, transporte amigable, calidad de vida, ocio, entretención y regulaciones importantes, como aquella que prohíbe botar la comida en restaurantes y supermercados… por dar solo algunos ejemplos.
Pasados a naftalina, nuestros mandatarios han regresado a sus “palacios de gobierno”, que también cerraron sus puertas y no podemos visitar. Latinoamérica seguirá envejeciéndose en la espera de un futuro mejor, prometido en el pasado, pero que nunca llega. La historia continua, aunque a veces pareciera que está detenida.
Autor:
Ángel Soto
Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales
Universidad de los Andes (Chile)
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