Gabriel Cortina
#Desinformación es un ensayo sobre el poder y la manipulación en la era digital, con un especial enfoque en los asuntos estratégicos de seguridad. Tres cuestiones están sobre la mesa: por qué la desinformación en el ciberespacio nos debe preocupar especialmente; si Internet nos ha hecho más vulnerables a la mentira; y si está en peligro la viabilidad de los sistemas democráticos. Estas y otras preguntas forman parte de uno de los debates más complejos y urgentes de nuestro tiempo, y es lo que pretende dar respuesta este ensayo.
La obra está dividida en seis capítulos y una introducción, y participan destacados académicos y analistas, expertos en la materia, con enfoques multidisciplinares. Se trata de una obra interesante, donde investigadores, estudiantes y profesores podrán encontrar un recorrido completo sobre el tema de la desinformación. Va desde las doctrinas militares que alimentan la guerra informativa, con ejemplos de cómo Rusia ha tratado de interferir en las elecciones celebradas en Occidente, un análisis de cómo la desinformación agravó la crisis política en Cataluña, hasta argumentos para entender cómo el yihadismo y el islamismo radical utiliza la mentira para alcanzar sus objetivos.
Desde mi punto de vista, la introducción, que lleva por título La tormenta perfecta, es lo mejor del ensayo, lectura obligada para comprender la relevancia estratégica de la desinformación y de lo que implica internet: hay un auge de la desinformación porque internet lo permite y porque estamos totalmente injertos en esta realidad virtual. El profesor Manuel Torres Soriano explica cómo se manifiesta un cambio de paradigma que afecta a la viabilidad de los propios sistemas democráticos. Las tecnologías de la información nos han hecho más vulnerables y los actores que influyen en tendencias y decisiones, tanto internos como externos, han sabido explotar todas sus posibilidades. “Frente a la propaganda clásica -afirma- somos actores en nuestro propio consumo de información, y esto representa un cambio sutil, pero muy importante”. Esta realidad, unida a un ambiente de corrección política, de pasividad y de rechazo al esfuerzo por saber y contrastar fuentes, de replantear opiniones, hace que explotar prejuicios sea el gran peligro de la desinformación.
No se trata de propaganda clásica, sino de operaciones de influencia que parten de confirmar lo que la gente ya cree. Se trata de un modelo de “propaganda participativa”, que alimenta la polarización en la sociedad para extender y radicalizar lo que ya existe. Lo que me parece más interesante son el análisis de los cuatro factores que explican el impulso de internet: ha disminuido radicalmente el coste en términos de tiempo, dinero y esfuerzo, y con ello ha ampliado el número de actores que participan en el juego de la desinformación; ha erosionado el papel de los medios de comunicación como mecanismos de autentificación; ha alineado los intereses de las grandes redes sociales y de los medios de los manipuladores; y ha creado la base sobre la cual se están desplegando toda una serie de innovaciones en la propaganda asistida por ordenador. En este último punto se encierra el potencial de la inteligencia artificial. Finalmente, se exponen una serie de respuestas que afectan a la conciencia ciudadana y al ámbito legislativo, político y empresarial.
En Los enfoques estadounidense y ruso de la guerra informativa, el profesor Guillem Colom explica que la guerra y/o las operaciones informativas ni son un fenómeno nuevo, ni se circunscriben al mundo virtual, ni se limitan a la propaganda, la desinformación, la manipulación, las noticias falsas o ciberataques, ni tampoco son propiedad exclusiva de Moscú. El autor trata de exponer las claves de la concepción informativa de Estados Unidos y de Rusia, y resulta también de enorme interés por su dimensión estratégica, partiendo de sus diferencias culturales y tradiciones históricas a la hora de desarrollar sus operaciones, y teniendo como nexo común la integración. Mientras los sucesos de Estonia (2007) y Georgia (2008) sirvieron para que Washington reforzara su concepción del ciberespacio -tecnológico- y relegara a un segundo plano el espacio informativo, Rusia extrajo numerosas lecciones e identificó vectores que no solo aplicaría en las campañas militares de Crimea, Donbás o Siria, sino también en procesos políticos y electorales extranjeros.
Esta actividad mencionada en procesos electorales queda explicada por el periodista Vicente Vallés en Putin contra Occidente. Para este autor, la injerencia rusa en las elecciones presidenciales estadounidenses, y su espectacular desarrollo final, es una de las operaciones de inteligencia más temerarias y exitosas de la historia. Se explica cómo se logró el objetivo -realista y alcanzable- de destruir la reputación y la imagen pública de la candidata demócrata Hillary Clinton. Este caso sirve para mostrar el método llevado a cabo: observar las situaciones internas en los países occidentales, detectar qué problemas políticos y sociales tienen, y alimentarlos mediante bombardeos de desinformación, es decir, medidas activas. No es necesario crear problemas nuevos, es suficiente con amplificar artificialmente los que ya existen.
La desinformación es uno de los grandes desafíos que afrontan las democracias liberales. Este es el punto de partida de Nicolás de Pedro, senior fellow en el Institute for Statecraft de Londres. En Desinformación rusa contra la Unión Europea explica por qué es un desafío que tiene un claro componente de seguridad nacional. El capítulo está articulado en tres partes: el contexto general del desafío de la desinformación; el análisis de la desinformación rusa concebida hacia dentro y hacia fuera como dos elementos inseparables de un mismo planteamiento; y, por último, se evalúa el impacto y las características específicas de la desinformación realizada por Moscú y desplegada en tres estados europeos con contextos nítidamente diferentes: Alemania, Polonia y Hungría.
El caso de los pequeños movimientos separatistas, como es el escenario de Cataluña, lo explica el periodista y corresponsal en Washington para el diario ABC. En “Guerra mundial en internet, se analiza lo ocurrido entre los años 2017 y 2019 para potenciar el fenómeno del independentismo. Con datos incorrectos, fuentes dudosas y titulares falsos, se demuestra cómo el fenómeno de la desinformación, desde un punto de vista técnico, se divide en dos fases: la creación y la amplificación, para que tenga una apariencia de credibilidad. Las 130 cuentas adscritas a Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), algunas de ellas con 13.000 seguidores, es un ejemplo de la dinámica seguida, así como de cuentas de redes sociales radicadas en Rusia, Venezuela e Irán.
Los dos últimos capítulos hacen referencia a la realidad yihadista o islámica. Al Andalus o la manipulación de la historia, del profesor Carlos Echeverría, muestra cómo diversos actores yihadistas instrumentalizan el mito de Al Andalus en sus múltiples canales de propaganda, y cómo esta narrativa es alimentada por sectores académicos y políticos españoles. La idea central es que, tal ejercicio de manipulación nos debe preocupar, sobre todo, porque esta sirve para alimentar una ideología hostil, el yihadismo salafista, en la que se apoyan actores que ejercen el terrorismo como parte de su actividad. En su capítulo se explican las raíces históricas del califato, y cómo esta mitificación se expresó en nacionalistas árabes, y en círculos culturalistas musulmanes y no musulmanes. La reivindicación de las ciudades de Ceuta y Melilla, así como la narrativa del ataque terrorista de Barcelona y Cambrils, en agosto de 2017, son un claro ejemplo de ello.
Finalmente, el profesor Manuel Torres ofrece una visión global de cómo el terrorismo yihadista utiliza la desinformación. Con este mismo título, explica la dinámica seguida para lograr configurar actores en los que se pueda confiar, y ser identificados como una fuente informativa obligada, para conocer lo que está pasando especialmente en los lugares de conflicto, por ser lugares de difícil acceso para los medios de comunicación. Ideología y pretensiones es lo que se busca con la reivindicación de los atentados yihadistas, así como la apropiación de ataques llevados a cabo por otros actores, reivindicaciones fraudulentas, hacer frente a los costes reputacionales, y desarrollar una amplia estrategia de marcas de usar y tirar. El ejemplo más claro es la actividad del Estado Islámico en internet, añadiendo a esta lista la difusión de las amenazas vacías -el anuncio falso de inminentes ataques-, y el impulso para mostrar capacidades operativas y una considerable creatividad y retroalimentación de narrativas. El impacto más notable, explica Torres, ha sido la posibilidad de poder interactuar directamente con su audiencia.
En definitiva, en este ensayo, que es iniciativa del Instituto Seguridad y Cultura, se expone una perspectiva doctrinal sobre las llamadas operaciones de información, una selección de estudios de caso donde se aprecia con claridad la relevancia del problema, y un recordatorio de cómo en el juego de la desinformación no solo participan gobiernos y empresas, sino también actores que incluyen dinámicas terroristas, y que encuentran en la manipulación informativa una vía privilegiada para aumentar el alcance de sus actividades.
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Gabriel Cortina, diplomado en Altos Estudios de la Defensa Nacional (CESEDEN), forma parte del equipo investigador del Centro de Seguridad Internacional.
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