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  • Centro para el Bien Común Global

El futuro de la relación transatlántica

Pedro Méndez de Vigo y Montojo  

  

La creación de la Alianza Atlántica en 1949 se basa esencialmente en el mantenimiento del denominado vínculo transatlántico. Es decir; de la relación entre los dos miembros norteamericanos – Estados Unidos y Canadá – y el resto de los aliados europeos. Es interesante observar que, si bien los aliados norteamericanos se han mantenido estables en los 73 años de vigencia de la Alianza, los europeos han alterado significativamente su composición durante este tiempo, pasando de los diez aliados iniciales a los veintiocho actuales. Por otra parte, es obvio que los EE.UU., como potencia militar y líder del mundo occidental en este periodo de tiempo, juega un papel fundamental en la definición de los objetivos de la Alianza, del modo en cómo deben cumplirse y de su adaptación al contexto estratégico. 


Por tanto, no se entiende la Alianza Atlántica sin la voluntad política de los EE.UU. de comprometerse con la defensa de Europa. Esto ha sido así a lo largo de los más de setenta años de historia de la alianza militar más longeva de la historia de la humanidad y lo seguirá siendo en el futuro. De tal manera que puede afirmarse que, si el vínculo transatlántico se rompiera, la Alianza Atlántica perdería todo su sentido. Es obvio que a lo largo de las últimas décadas la relación transatlántica ha pasado por diferentes vicisitudes, ha superado desencuentros y crisis, ha alterado equilibrios y ha conjugado intereses divergentes. Hasta ahora, los principios y los valores comunes han sido suficientes para que el vínculo se mantuviera sólidamente estable, ¿pero seguirá siendo así en el futuro? (Seguir leyendo)  


  

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