Francisco Javier Ayuela
Son muchos los que dan por sentado que China sustituirá tarde o temprano a Estados Unidos como poder dominante en el escenario internacional. El presidente Xi Jinping ha proclamado que Pekín aspira a alcanzar el «sueño chino» y recuperar su pasada grandeza. Al analizar el devenir geopolítico de los dos gigantes implicados se asume con frecuencia que el declive de Washington es inexorable y que el auge de China es imparable. Incluso anonadados ante la magnitud de la pandemia del COVID-19 -cuyas consecuencias geopolíticas de momento solo podemos intuir-, algunos se han apresurado a confirmar que China será la ganadora tras esta pavorosa crisis global.
La posibilidad de que Pekín sustituya a Washington como nuevo poder hegemónico es sin duda factible, pero no deberíamos darlo por hecho teniendo en cuenta la complejidad y variabilidad de los factores geopolíticos que afectan tanto al supuesto declinar de Estados Unidos como al inevitable ascenso de China. Si hemos de hacer caso a Moisés Naím «ni los problemas de Occidente son insolubles ni los de China son insignificantes». Como si las predicciones geopolíticas no fueran ya suficientemente complejas, de repente el mundo sufrió un espectacular vuelco con la llegada de la terrible pandemia del coronavirus, un cataclismo que para nuestra desgracia va camino de convertirse en la «madre de todos los cisnes negros». Si antes de esta descomunal tragedia que asola al planeta, los augurios sobre las futuras posiciones relativas de China y de Estados Unidos en el escalafón global ya eran complicados, este fenómeno repentino y extraordinariamente catastrófico obliga a un añadido ejercicio de prudencia; aunque es evidente que, en términos sociales y económicos, las consecuencias serán demoledoras para numerosas naciones, incluidas, en mayor o menor medida, China y Estados Unidos. En palabras de Henry Kissinger: «La realidad es que el mundo nunca será el mismo después del coronavirus».
¿Será el siglo XXI, el de China? Lucian W. Pye, un académico estadounidense fallecido en 2008, sostenía que China es «una civilización que pretende ser un Estado»; quizás por eso su porvenir presenta numerosas incógnitas para la mayoría de los analistas. Predecir su futuro, incluso tratar de entender la realidad política en la que se sustenta, es una ardua tarea; y, a veces, los pronósticos sobre el coloso asiático se han demostrado ciertamente inexactos. Continuar leyendo
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Francisco Javier Ayuela Azcárate, Coronel de Infantería de Marina (R), fue profesor del Colegio de Defensa de la OTAN en Roma.
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