Enrique Fojón Lagoa
El recorrido de España en la Alianza Atlántica puede considerarse “peculiar”. Ingresó en la OTAN el 30 de mayo de 1982 sin que la garantía del Articulo 5 cubriese todo el territorio nacional. Con la llegada al poder del Partido Socialista la permanencia de España en la OTAN, con restricciones, se refrendó públicamente el 12 de marzo de 1986, caso inédito en la Historia de la Alianza. Tras el referéndum, España salió de la Estructura Militar, elaborando acuerdos para una participación militar limitada y condicionada. El presidente González reconoció años más tarde su error en la promoción del referéndum.
La brusca retirada unilateral de las tropas españolas de Irak, en abril de 2004, fue un golpe
duro para el prestigio internacional de España, cuyas consecuencias aún le afectan. Este bagaje histórico muestra un retraso en el desarrollo estratégico nacional tapizado de pacifismo y legalidad internacional, que afecta tanto a la definición de los intereses nacionales como a una hipotética concepción de la Defensa. La incorporación a la Estructura Militar se efectúa en 1999 bajo la presión de la inutilidad de nuestro status, ante el hecho de que las recién llegadas Polonia, Hungría y Checoeslovaquia adquirieran posiciones más dominantes en la Alianza que España. Los 17 años fuera de la Estructura Militar significaron para las Fuerzas Armadas españolas un coste de oportunidad enorme. La nueva Era que, con la guerra de Ucrania, comienza para la OTAN afectará a España. ¿Cómo? (Seguir leyendo)
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Enrique Fojón, investigador del Centro de Seguridad Internacional (CSI).
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