CUMBRE MADRID 2022 · LA OTAN ANTE UN CAMBIO DE ERA
Ana González Marín
Uno de los grandes retos con los que nos encontramos a la hora de escribir sobre las relaciones UE-OTAN en general es abstraerse de una tendencia natural a contemplar esta relación o bien, desde una perspectiva “americanista” o desde la perspectiva que nos ofrece el marco histórico y estratégico creado en 1989, cuando el orden de seguridad europea creado por la Guerra Fría se transformó repentinamente suprimiendo la estructura bipolar imperante hasta ese momento en Europa. Coincidimos en que ambas cuestiones, a día de hoy, no pueden ser obviadas, pero no deben tampoco condicionar el desarrollo de la defensa europea. Dado el desarrollo actual en direcciones diferentes – aunque complementarias- tanto de la Unión Europea como de la OTAN, sí podemos sin embargo considerar estos fenómenos como el pentagrama sobre el que crear la tan deseada autonomía estratégica europea en materia de defensa.
Tanto la influencia de los Estados Unidos como la herencia dejada por la desintegración de la Unión Soviética respecto a los Estados miembros han condicionado el desarrollo de las relaciones transatlánticas. Esta condicionalidad ha evolucionado hacia una paradoja en la que, una relación que debería ser natural se carga sin embargo de incesantes declaraciones de intenciones y motivos, en las que las promesas de no injerencia (o interferencia) hacen que la coordinación sea más táctica que estratégica. En este sentido, en los últimos años se han multiplicado las declaraciones conjuntas, las reuniones y los proyectos comunes y, aunque se ha alcanzado un nivel de coordinación de actividades y de intercambio de información sin precedentes, aún no se han resuelto cuestiones tan importantes como, cómo hacer que esta cooperación sea sustancial y evitar duplicaciones innecesarias o cómo resolver el dilema de impulsar las capacidades de defensa de Europa sin poner en peligro la unidad de la OTAN. En definitiva, responder a la pregunta de si la autonomía estratégica y la cooperación entre la UE y la OTAN es una amenaza o por el contrario una oportunidad para las relaciones transatlánticas de la defensa.
El retorno de la geopolítica y la feroz competencia entre las principales potencias mundiales, el actual cuestionamiento de Estados Unidos a su compromiso para prestar apoyo a Europa finalizada la Guerra Fría o la aparición de otros puntos de interés estratégico en el Pacífico o Norte de África ponen a prueba la naturaleza de la asociación OTAN-UE y hacen imprescindible trabajar en reavivar su unidad ideológica y revitalizar el sentimiento de confianza y solidaridad entre ellas para que dejen de considerarse rivales. Una de las posibles derivaciones de esta cuestión sería plantear escenarios en los que somos capaces de ver nuevas formas de cooperación en las que la UE esté en igualdad de condiciones, aunque no intervenga en los mismos aspectos. (Seguir leyendo)
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