Gabriel Cortina
Se cumplen setenta años desde que George Orwell escribió, en 1949, su famosa novela 1984, una distopía futurista en la que el Gran Hermano manipula la información y ejerce una vigilancia masiva y represiva contra los individuos. Este ensayo, titulado Mundo Orwell, no pretende ser un homenaje a la obra ni a su autor. La intención de Ángel Gómez de Ágreda, coronel del Ejército del Aire con una amplia experiencia en el ámbito de la ciberseguridad, es una seria llamada de atención a las consecuencias de un mundo hiperconectado. En su opinión, la sociedad que describía el escritor británico parece, ahora sí, haber empezado a esbozarse en el ámbito cívico, económico y político.
El contenido no se centra en los aspectos de la tecnología, ni siquiera sobre su aplicación, sino que es una reflexión sobre las implicaciones de dichas tecnologías. El interés responde a que muestra cómo estos nuevos desarrollos afectan a nuestra forma de ser, a nuestra forma de vivir, a nuestra forma de relacionarnos, a las personas. En estas páginas intenta dar algunas pistas sobre cuáles son esos ingredientes y cuáles sus características; se centra en cómo hemos cambiado nosotros, en cómo han cambiado las personas y cómo lo ha hecho la sociedad en su conjunto, incluyendo los Estados. No se hablará tanto de la inteligencia de las máquinas, sino de la humana.
El acierto es que integra conocimientos y varias disciplinas, desde psicología, sociología, política y economía. Para acompañar a esa estructura, cada uno de los ocho capítulos incluye un Manual de supervivencia, junto con una lista de ingredientes sobre la que improvisar, sobre la que reflexionar: la verdad, el ocio, la libertad, la paz, la calidad de vida y la educación. Se advierte que, a pesar de la presencia constante de hackers o piratas informáticos, mucho más peligrosos que los números y los datos son las ideas cargadas en un entorno controlado por intereses comerciales, pero en el que nos sentimos a salvo. De ahí la seria llamada de atención que hace el autor ante la falta de sentido generalizado del peligro y también de responsabilidad.
En todo momento se mantiene el interés sobre las consecuencias que estos nuevos desarrollos tecnológicos tienen en materia de seguridad, defensa y rivalidad geopolítica. En el ámbito de la ciberguerra se han creado secciones dedicadas a ejecutar o controlar operaciones militares de influencia en el ciberespacio. Desde este enfoque, cabe resaltar que el coronel Gómez de Ágreda ha sido jefe de cooperación del Mando Conjunto de Ciberdefensa (MCCD) y representante español en el Centro de Excelencia de Cooperación en Ciberseguridad de la OTAN. En estas páginas explica cómo los Estados, las empresas y los ciudadanos atacan y son atacados por ciudadanos, empresas y Estados indistintamente. En este sentido, como capítulo recomendado, señalo el número 5, titulado “El Ministerio de la Paz”, con temas como operaciones basadas en efectos (EBO), comunicación estratégica, publicidad y programación, guerra híbrida, estabilidad dinámica e inteligencia artificial.
Las armas que se emplean son las mismas en todos los casos: la diferencia entre una gamberrada, un delito, un acto terrorista o uno de guerra solamente está en los actores implicados, en la escala a la que se sienten los efectos y, si se quiere, en la intención del atacante. De hecho, el mismo virus informático puede servir —sirve— para todas esas funciones. Como tal influencia depende de los vínculos que se establecen, es decir, de las redes, las conexiones, las redes sociales, los perfiles y sus contenidos, adquieren un enorme interés. De ahí que uno de los primeros ejemplos que aparecen es la creación del perfil falso en Facebook del comandante en jefe de las Fuerzas de Estados Unidos en Europa.
Afirma que vivimos en guerra permanente: “No es una guerra que ocurra todos los días, sino que tiene lugar cada minuto. No es un conflicto que se libre entre la gente, como el terrorista, sino que se libra dentro de cada uno de nosotros. Una guerra “en” la gente. Una batalla incruenta casi siempre, inmisericorde siempre. En la que la carcasa, la parte física de nosotros mismos, puede no recibir daños. Pero en la que nuestro interior más íntimo queda expuesto públicamente.”
¿Cómo entender las nuevas tecnologías? “El que ahora tengamos una capacidad casi infinita para acceder a la información y elegir entre toda ella -afirma- no nos hace necesariamente más libres. Entramos en lo que los expertos llaman una cámara de eco, en la que todo lo que recibimos es aquello que ya hemos expresado nosotros, en la que el mundo nos responde con el mismo discurso que hemos lanzado, aunque las palabras puedan ser diferentes.” Es decir, que el problema no son los algoritmos, sino los sesgos que introducen quienes los programan. El algoritmo de YouTube, como muchos otros, simplemente busca maximizar el beneficio económico que se obtiene al capturar la atención de los visitantes: “Igual que la belleza —y el pecado— está en los ojos del que mira, también el receptor de la información influye en el resultado con los datos que aporta a la máquina”. En cuanto a la dimensión de seguridad, señala que más del 60 % del fraude online tiene su vector de ataque a través de los móviles, que es lo que vemos todos los días y usamos a todas horas.
La relación entre ciber-tecnología y generación de influencia ha modificado la dinámica del poder y el proceso de toma de decisiones, Gómez de Ágreda lo explica del siguiente modo: “La reputación y la emoción han sustituido al razonamiento en el debate público, sea político o de cualquier otro tipo. No se recurre a pruebas científicas para apoyar las ideas, sino que se democratiza el debate para permitir que sea la opinión de la mayoría la que dicte sentencia. De ahí la proliferación de todólogos, expertos en absolutamente cualquier campo de la ciencia por igual. A fin de cuentas, no es necesario ningún conocimiento para argumentar con las tripas en lugar de con la cabeza. El que grita más fuerte y obtiene un mayor apoyo a base de proclamas e invectivas inflamatorias consigue el crédito y asienta las bases de una verdad tan transitoria como la duración del eco de sus palabras.” La consecuencia es que las decisiones, electorales o no, se toman básicamente en función de los sentimientos, y las campañas políticas se han convertido en algo permanente.
Este ensayo trata de llamar la atención al lector sobre la manipulación informativa, la ocultación de la verdad, el final del trabajo tal como lo conocíamos hasta ahora, el cuestionamiento de valores como la privacidad y los riesgos para las libertades individuales y colectivas. No trata de argumentar las bondades o los perjuicios de la tecnología. Por esa razón afirma que no son las ciencias las que nos están fallando, no son las tecnologías, sino que es nuestra capacidad para gestionar un cambio de era. En el fondo es un intento por desarrollar herramientas intelectuales necesarias para sobrevivir a esta nueva realidad y, de ser posible, para sacarle el mayor partido. Como se señala en el último capítulo, titulado Un toque de optimismo, este ensayo es un imperativo moral para asumir la responsabilidad de construir un mundo mejor y que no acabemos en un mundo como lo describió Orwell en 1984.
Ficha técnica:
Mundo Orwell. Manual de Supervivencia para un mundo hiperconectado
Ángel Gómez de Ágreda
Editorial Ariel, 2019
430 páginas
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Gabriel Cortina es Diplomado en Altos Estudios de la Defensa Nacional (CESEDEN) y forma parte del equipo de investigadores del Centro de Seguridad Internacional
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