Ana Capilla Casco
El 24 y 25 de marzo de 2023 se va a celebrar en Santo Domingo una nueva Cumbre Iberoamericana, la vigésimo octava desde que los Jefes de Estado y de Gobierno de los países iberoamericanos fueran convocados en 1991 al primero de estos encuentros de alto nivel. Las Cumbres son la parte más visible de un proyecto más amplio que aspira a articularla Comunidad Iberoamericana y crear entre los países de la región un espacio propio de cooperación y concertación que nos permita afrontar desde la unidad determinados retos comunes.
El camino transitado durante estos años ha sido ciertamente tortuoso y los sucesivos intentos por relanzar las Cumbres no parecen estar teniendo el éxito esperado, lo que inevitablemente lleva al cuestionamiento por parte de algunos sobre la viabilidad de una iniciativa que, como se acaba de señalar, pretende institucionalizar la Comunidad Iberoamericana.
En este documento se van a analizar las razones de la actual crisis de modelo con el propósito de plantear una propuesta de futuro ambiciosa e innovadora. En primer lugar, porque ésta pone su foco en las cuestiones de fondo y no tanto en los aspectos formales u orgánicos. Lo que Iberoamérica necesita es que construyamos entre todos un proyecto común en el que todos los países se puedan ver reconocidos y a través del cual se puedan resolver algunos de los complejos problemas que afronta la región: desde la corrupción y la ausencia de una cultura de la legalidad hasta las graves desigualdades o la falta de garantías en la protección de derechos y libertades fundamentales. Esta debería ser la prioridad. Una vez que los países iberoamericanos hayan acordado qué es lo que quieren lograr juntos, resultará más fácil determinar cuál es el diseño institucional del Sistema Iberoamericano necesario para hacerlo posible. Aún así, en las próximas páginas se recogen algunas sugerencias también a este respecto, como remedio ante algunas debilidades actuales. (Seguir leyendo)
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