Andrés de Castro
Este ejercicio intelectual de imaginarnos la Alianza en el año 2050 tiene como objetivo principal establecer los elementos de análisis actual de la situación y entender las dinámicas prospectivas identificando aquellos elementos clave. Tiene además un doble valor. En primer lugar, nos invita a reflexionar sobre las consecuencias futuras de nuestros errores. En segundo lugar, nos permite explicar (o al menos intentarlo) los razonamientos que los occidentales, que nos encontrábamos activos en 2022, teníamos a la hora de seguir tropezando en la misma piedra. El traspié, aunque doloroso, no es doloso ya que, por incapacidad manifiesta, faltan el elemento cognoscitivo y, por consiguiente, el volitivo. No creo que exista la OTAN en el año 2050. Porque los acontecimientos actuales no invitan a pensar que los elementos clave puedan pervivir 28 años más. La principal razón es que la OTAN siempre ha estado compuesta por Estados que han conseguido concentrar el poder en tres etapas:
1. La lucha por la primacía de Occidente (1945-1989)
2. La etapa de unipolarismo (1989-2001)
3. Y, con matices, el periodo de multipolarismo (2001-actualidad)
Una observación de los tres momentos anteriores nos invita a un análisis en profundidad sobre el tercero de los momentos históricos y, sobre todo, de la reacción al mismo. Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos decide junto a varios de sus aliados llevar a cabo una política de intervención en Afganistán y combinar elementos de una política exterior de ideología neoconservadora que mezcla el idealismo wilsoniano con el poder militar. Un centauro compuesto mitad por halcón, mitad por hombre idealista, que tenía por objetivo la construcción de la democracia en territorios marcados por una gran complejidad histórica, social, cultural. Ignorando que la democracia no es solamente un sistema político. Y desconociendo las dinámicas de un mundo que no responde a un sistema reduccionista y universalista basado en el desarrollo cultural y social de Estados Unidos y de Europa Occidental. (Seguir leyendo)
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Andrés de Castro es profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) e investigador del Centro de Seguridad Internacional (CSI).
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