Enrique Fojón Lagoa
Parece como si dirigentes políticos, investigadores, académicos y militares, se hubiesen puesto de acuerdo para afirmar que estamos ante un cambio de época, un pacto innecesario porque se limita a constatar la realidad. Puede considerarse a la “National Security Strategy 2022” de los Estados Unidos como el certificado de defunción del periodo denominado Posguerra Fría y el anuncio de que se entró en una situación de Competición entre Grandes Potencias.
El cambio disruptivo actual estaba en marcha desde hace años y en él han intervenido factores como la demografía, la tecnología y el consiguiente incremento de la conectividad. Sin embargo, en la base del considerado cambio, está la naturaleza humana como permanente catalizador de la Historia. Tal permuta y sus consecuencias afectan a todo y a todos. España no queda al margen del torbellino, y menos al formar parte de la Europa que está sufriendo sus consecuencias.
Esta situación la preconiza Helen Thompson cuando determina que: “Las convulsiones geopolíticas siempre tienen consecuencias en la política doméstica porque afectan al equilibrio político interno. En Europa esta dinámica tiene singulares consecuencias debido al hecho de que es objeto de agresivo debate político la determinación de donde reside la autoridad política encargada de gestionar el cambio. La UE es una unión de democracias nacionalmente organizadas cuya seguridad exterior recae en una potencia externa y que se auto-legitima en la idea en que el estado nación es un arcano. Esta dependencia externa y la mutabilidad interna deja, tanto a la misma UE como a los estados miembros, en una posición abierta a los efectos de los cambios geopolíticos.” La invasión de Ucrania por Rusia es el punto de inflexión del cambio. (Seguir leyendo)
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Enrique Fojón, Coronel de Infantería de Marina (Ret). Investigador del Centro de Seguridad Internacional (CSI) de la UFV
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